martes, 8 de enero de 2013

La gran travesía, capítulo 1.

Por Yop.

Aquí una historia para la gente, para que no crean que eso de escritor era talla. Les presento "La gran travesía", una historia de ficción original que involucra en ciertos momentos a gente semi-real de mi vida (digo "semi-real" porque no daré sus nombres). Creada específicamente a la estación, narra la forma en que Illius, un chico común y corriente, se ofrece a ayudar a Ukt a regresar a su mundo...

"Me he decidido a narrar una historia que lejos ha marcado mi vida. ¿Que si es real? Bueno, eso depende de ustedes, nada más que de ustedes creer que mis palabras son ciertas. ¿Que si lo he inventado? Pues, no creo que los otros del Equipo digan que he inventado esto, ¿o sí?

¿Que cuál es mi nombre? Pues, me llamo Illius. Como en "iluso" o en "ileso", en verdad no sé por qué carajo habrán decidido mis padres de ponerme un nombre tan extraño como Illius. No iré en pensamientos más analíticos, todo porque ahora me encanta que me traten por mi nombre. Ah, claro, siguen aquí. Olvidaba que tenía que contarles mi historia, de cómo es que llegué aquí, y por qué llegué con el Equipo.

Era un día común en casa. El sol salía, los pájaros cantaban... ¿Qué? ¿No les gusta cómo narro? Pues, quéjense en otro lado, aquí estoy yo relatando mi historia. Como decía...

Era un día como cualquier otro. Yo dormía plácidamente sin preocuparme mucho de los asuntos del resto. Creo que debieron ser como las 11 de la mañana, cuando mi madre me llamó al desayuno.

- ¡Illius, se enfrían tus tostadas! ¡Baja ya a comer! - dijo ella, en su tono de mando-
- Uhh... Sí, sí, ya voy, ma... - dije yo, que aún seguía en sueño-

Me levanté sin dramas, me coloqué unas sandalias que convenientemente estaban puestas ahí, y me fui a desayunar. Desayunos balanceados te hacen fuerte, y eso lo dicen las tostadas de mi madre, que son las mejores que uno pudiera comer. Como en la mesa nunca faltan temas de conversación, mi madre empezó a preguntarme lo que haría luego.

- Hijo, no comas tan rápido, que puedes atorarte.
- Tranquila, ma - dije yo mientras aún sostenía la tostada en mi mano-, tengo que comer rápido, hoy me voy por un largo viaje.
- ¿Un viaje, dices?
- Sí. Más rato, eso sí. Me voy de mochilero.
- ¿Vas solo? - preguntó ella, con cara de preocupada-
- No, Marcelo va conmigo - dije yo, sin preocupación-.

Marcelo es un viejo amigo, ha estado conmigo en todas. Si no lo hubiera conocido mientras estudiaba en ese curso de verano, diría que es un amigo de infancia. Realmente, ha sabido apoyarme en muchas de mis locuras, así como yo le he ayudado en otras cosas locas. No sé si era el indicado para acompañarme en primer lugar, pero a fin de cuentas ya estaba decidido que él me acompañaría. Es mi socio en el crimen, después de todo. ... En fin.

- ¿Y Marcelo no tiene otras cosas que hacer?
- Mamá, sabes que estamos de vacaciones. No hay que hacer deberes en vacaciones, es ridículo. Por eso me voy de viaje, para explorar.

- Bueno. Pero igual, de viaje o no, no te vas sin dejar tu cuarto en orden.
- Bien... Da igual, se ordena solo, casi.

Luego de ese rato extraño, partí a ordenar mi cuarto. Lo dejé como siempre, cama hecha, ropa ordenada, nada fuera de lo común. Hasta que apareció ese fulgor extraño en un rincón.

- Pero qué... ¿Qué carajo? - dije al ver ese extraño resplandor.

La luz estaba ahí, estática, pero flotando. Raro, creo que debí definir mejor cómo estaba esa luz. Bueno, flotaba, no se iba de ahí. A eso voy. Pero es clásico en las luces místicas que cuando las vas a tocar, van y desaparecen, en frente de tus ojos. Por suerte tomé precauciones, y decidí fotografiarla. Agarré mi cámara digital, y en un abrir y cerrar de ojos, tomé una foto de ese resplandor extraño, que por cierto fue capturado espléndidamente por mi cámara. Luego me acerqué a ese resplandor con la total certeza de que se desvanecería en mi cara. Pero, las cosas no salieron como yo esperaba...

- ¿Ah? ¿¡Qué haces, por qué diantres me tocas?!
- ¡AH, HABLA! - dije yo, exhaltado, mientras me hacía atrás-
- ¡Sí, hablo! Serás subnormal, eres pésimamente educado. Me ofendes.
- Ofender... Pero qué, ¡si tú prácticamente me insultaste!
- ¡A ver, joven desproporcionadamente delgado y mal vestido! ¡No vengas a tratar así a una deidad!
- ¡Deidad, las pelotas! Me largo, brillo extraño. - y así hacía, pero algo me detuvo. Una fuerza no me dejaba avanzar... Era bizarro.- ¡Pero...! ¿¡Qué carajo?!
- No te irás sin antes escucharme.
- ... Bien, como si no me quedara de otra.

Hubiera deseado no haber dicho eso, porque esa cosa me tiró al piso con una facilidad... ¡Y ni siquiera tiene manos!

- Muy bien, ahora sí me escucharás.
- De acuerdo, de acuerdo...
- Mi nombre es Ukt. Vengo de muy lejos, en búsqueda de un acceso a mi mundo. He navegado por muchos mundos en espera de hallar la entrada perdida, y no consigo hallar nada. Entonces vengo a dar aquí, porque me fue informado que aquí hallaría una entrada.
- ¿Y cómo es que te sacaron de tu mundo?
- ¡NO TE INCUMBE! - dijo Ukt, y sentí como que me aplastara un elefante encima...-
- Ow... Ok, ok, entendí...
- ... Como decía... Vine a dar aquí para hallar esa entrada, así que he decidido que tú me guiarás a ella.
- ... Y... ¿Cómo carajo le hago?
- Me llevarás. Yo sentiré si estamos cerca o no. ... Pensándolo bien... Eres muy debilucho. Si conseguimos dar con la entrada, lo único que harás será estorbar. Eres muy débil, necesitaremos más gente. Cinco como mínimo.
- Ah, claro, como si la gente creciera en los árboles...
- ¡TE CALLAS! - y me aplastó de nuevo.- En fin... Te tendrás que armar con un equipo para poder abrir la entrada a mi mundo.
- B... bien por mí... encantado ayudo, si me dejas de aplastar...
- Oh, de acuerdo. -dijo Ukt, y sentí cómo dejaba de sentirme aplastado-

Mientras me levantaba y retomaba mi aliento, pensé en escapar. Pero luego pensé "no puedo ser tan hijo DE como para huir ahora". Así que me di vuelta y encaré a Ukt.

- Soy Illius. Encantado.
- Ugh... Pésimo nombre. Te llamas Yop.
- Pero, soy Illius... No tengo cara de Yop...
- Dije que te llamas Yop. Así quedas. No hay marcha atrás.
- ... Como digas, deidad de dudosa procedencia...
- ¿Has dicho algo, Yop?
- ¿Yo? Nah, has de escuchar cosas raras.
- Bien. Me quedaré en tu reloj, si no te importa. - dijo Ukt, y la luz inmediatamente saltó en mi reloj como si nada, quedándose ahí- Ahora, ¡a la aventura!
- Calmado, diosito. Antes debo empacar mis cosas.
- Ya lo hice por tí -dijo Ukt, y ante mí apareció una mochila cargada-, será todo lo que necesites.
- ... Me... parece.

Y dicho eso, agarré mi mochila, salí de casa, me despedí de mamá, quien me preguntó con quién hablaba, a lo que contesté con un simple "con un amigo por el fono", y continué con mi camino, en dirección a casa de Marcelo, a buscarlo."

Al segundo capítulo!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario