jueves, 21 de noviembre de 2013

Su mundo, capítulo 2: Un pequeño sin memoria.

Por Yop.

A diferencia de mi ya conocida entrada con "La gran travesía", cada vez que escriba un episodio de "Su mundo", iré revelando detalles de comparación con la historia original.
Sobre el episodio 1, déjenme decirles que la historia original difería demasiado de lo que ahora se convirtió en. Así como sus personajes. En primer lugar, el principio de la historia resultaba demasiado misterioso, pero de a poco se iban aclarando los detalles. Ahora he decidido que la historia per se tiene detalles secretos en ella, pero lo que es la trama principal, será bien directa.

Otro detalle curioso es que he alterado el tamaño de la casa de Lore para hacerla ver más como una casa modesta y acomodada, distinto a que parezca casa como de realeza.

Ahora pasemos al capítulo 2.

Capítulo 2: Un pequeño sin memoria.

Sintió Lore que era momento apropiado de abordar un tema que la venía confundiendo desde que ocurrió aquel encuentro. ¿Qué hacía Eco metido en una bolsa, en medio de un callejón? ¿Por qué estaba atado de manos? Y más importante, ¿quién sería capaz de hacer algo como eso? Todas estas preguntas no dejaban en paz a la mente de la joven Lore, quien ante todo, lo único que podía hacer, era calmar al pequeño Eco con su mirada encantadora.

- D-disculpe, señorita Lore... - dijo Eco en un tono bajo.
- ¿Sí, Eco?
- ¿Dónde estoy? - preguntó Eco con tono desorientado.
- O-oh, estás en mi casa, ¿por qué? - respondió Lore.
- Porque... no, nada... - dijo Eco, algo inseguro.
- Oh, vamos, puedes sincerarte conmigo, no lo olvides - dijo Lore, en un tono de confianza.
- Pues... es porque... Es algo... pequeña y... parece de juguete - dijo Eco.
- M-mi casa parece de juguete... - dijo Lore, sonrojándose un poco.
- Pero es bastante bonita, por lo que he visto, señorita Lore - dijo Eco en un tono algo más alegre que antes. Se notaba que ya estaba sintiéndose a gusto.
- Wow, ¡gracias, Eco! - dijo Lore sonriendo, aún algo colorada- Y, sabes, puedes decirme Lore nada más, es más rápido así.
- ¡De acuerdo, Lore! - dijo Eco, sonriendo.

Estuvieron riendo un buen rato, mientras hablaban de cosas de niños, como juegos en el parque, amigos o ratos imaginando. Se la pasaron muy bien. En eso, Lore recordó que no había aún preguntado nada de lo que le interesaba realmente.

- Dime, Eco, ¿tú qué edad tienes? - preguntó ella.
- Yo... a ver... tengo 8 años, Lore - dijo Eco.
- Ocho años. Muy bien. Y, ¿de dónde vienes?
- ... - la mirada de Eco se enfocó en la mesa, y no se despegó.
- Eco... ¿Eco? ¿De dónde vienes? - preguntó Lore, preocupada.
- ... no sé...
- ¿C-cómo es eso? ¿N-no sabes de dónde vienes? - Lore empezaba a preocuparse más aún. Había algo que no entendía de lo que Eco le hablaba, y quería entender.
- ... no... No, no lo recuerdo. No sé, Lore - respondió Eco, sincero.

En ese momento, Lore quedó en blanco. Sus oídos querían mentirle. Se cuestionaba, ¿acaso lo que el pequeño ha dicho es verdad? ¿Es cierto que él no tiene memorias?

- Disc... disculpa, Lore, ¿estás bien? ¿Por qué estás tan blanca? - preguntó Eco, un poco triste.
- No, no es nada. En serio, estoy bien. Eso sí... - dijo Lore, intentando calzar palabras que coincidieran con su estado.
- ¿... Le preocupa que no recuerde nada? - preguntó Eco, dándole al clavo a la mente de Lore.
- Sí, es extraño... Digo, no conoces todos los días a alguien que no tiene memoria... - dijo Lore. Eco agachó un poco la cabeza.
- ... ¿Eso es malo? - dijo Eco, con un tono afectado. Lore se enterneció.
- Oh, no, no no no... - dijo Lore, acercándose al pequeño y colocando sus manos sobre los hombros del infante- No, Eco, lo siento. Eso no es malo, en serio. Digo, no es normal que te encuentres a alguien que tiene problemas de memoria, pero no es nada grave, de verdad.
- ¿En serio...? - preguntó Eco con timidez.
- Cien por ciento segura, Eco. Tengo entendido que eso se llama "amnesia", pero no es nada grave, ya se te va a pasar - dijo Lore, calmando a Eco.
- Vaya, gracias, Lore. Pero, ¿por qué tengo ansemia? - dijo Eco confundido. Lore no contuvo la risa.
- Lo siento, ja ja ja... No es "ansemia", es "amnesia". Am-ne-sia. Significa "pérdida momentánea de memoria", y es algo que le puede pasar a cualquiera. Lo siento si me reí de tu error, pero... no lo pude contener...! - dijo Lore, quien estuvo a punto de reir otra vez.
- ... Ansemia - dijo Eco serio.

En ese momento, la risa reventó entre los dos. Rieron y rieron por un largo rato por la palabra nueva de Eco. Rieron tanto, que a ambos se les olvidó de qué estaban hablando, lo que le permitió a Lore enfocarse en otra cosa: limpiar a Eco.

- ¡Eco, mírate! Eres un pequeño manojo de suciedad. Tenemos que hacer algo contra esa suciedad que tienes - dijo Lore, en un tono estricto, pero gracioso.
- Sipi. Las sociedades de manchas negras deben desaparecer - dijo Eco con un tono marcial.
- En realidad son manchas de suciedad, pero en fin... Soldado Eco, ¿tiene conocimiento sobre la manera de erradicar las oscuridades que moran por su cuerpo? - preguntó Lore, en tono marcial.
- ¿... eh? - preguntó Eco, muy confundido.
- Que si sabes cómo quitarte esas manchas del cuerpo - le susurró Lore a Eco.
- ¡Ah, sipi! ¡Con, um... bombas de jabón y... agua! - contestó con energía Eco.
- Eso. ¿Y sabes dónde ir por ello? - preguntó Lore.
- Em... Yo aún no conozco tu casa, Lore...
- Sí, es cierto... Y todavía n... - la cara de Lore se espantó. Recordó algo importante en ese segundo.
- ¿... Lore?
- ¡No tienes ropa adicional! - Lore agarró al pequeño Eco de las mejillas.
- ¡Me eftaf afretando! - alcanzó a decir Eco con las mejillas apretujadas. Lore lo soltó.
- Lo siento, es que olvidé que no tienes ropa adicional... Y a estas horas no hay tiendas abiertas en ninguna parte... Y... ¡Eso!
- ¿Lore?
- Eco, tendrás que perdonarme, pero... por hoy tendrás que... usar... ropa mía - dijo Lore, agachando la cabeza, en señal de disculpa. Su cara estaba roja.
- ¿Eh? - de pronto, Eco entendió lo que quizo decir- ¿¡EEEEEEEEEH!?
- ¡Solo será por esta noche, lo prometo! ¡Saldremos mañana a primera hora para tenerte algo de cambio, lo prometo! ¡Pero hoy, por favor, lidia con usar un viejo pijama mío! ¿Sí? - la cara de Lore era algo a lo que uno no podía decir que no.
- ... De acuerdo, lo haré. Pero solo porque me caes bien - dijo Eco, refunfuñando y mirando al lado.
- ¡Gracias, Eco! - dijo Lore, y le dio un beso en la mejilla- Ahora al baño.
- Sigo sin saber dónde está... -  dijo Eco, algo amurrado.
- ¡Es cierto! - Lore tomó a Eco de una mano y lo llevó corriendo al baño del segundo piso.

El baño era algo grande para una casa modesta como la de Lore. Tenía una gran tina de baño, y parecía como si hubiera sido de la realeza.

- Bien, Eco. Voy a dejar el agua llenando. Quiero que me esperes dentro de la tina - dijo Lore muy amable.
- ¿A-adentro? ¿Y... - la pequeña cara de Eco comenzaba a ponerse roja.
- Sí. Adentro. ¿Por qué preg... - Lore se tomó unos segundos para entenderlo- ... oh.
- ¿E-entonces...? - preguntó Eco, afirmándose a su sucia ropa.
- Hmm... Se me ocurre un plan.

Lore comenzó a llenar la tina con agua caliente. Al rato después, Lore le añadió un poco de jabón de espuma, comenzando a salir burbujas mientras la tina se llenaba. Pasados unos minutos, Lore cerró la llave.

- Muy bien. Aquí tienes un canasto. Yo voy a salir. Quiero que dejes tu ropa en este canasto y luego te metas a la tina. Cuando ya estés dentro, llámame. Yo tomaré el canasto e iré a lavar tu ropa. Y tú quedas libre de jugar en la tina. Pero debes limpiarte, ¿de acuerdo? ¿Puedes acordarte de todo? - preguntó Lore.
- ¡Sipi! - dijo Eco con energía.

Lore sonrió y salió del baño, cerrando la puerta por fuera. Esperó unos minutos, hasta que escuchó a Eco, que del otro lado avisaba que estaba listo. Lore entonces entró y retiró el canasto. Eco estaba sumergido en el baño de espuma. Lore simplemente sonrió al ver al pequeño niño, y se retiró con el canasto. Tras bajar por las escaleras, Lore se encargó de lavar con mucho cuidado la ropa del pequeño Eco. Debió tardar unos 15 minutos en tener su ropa lista. Entonces, Lore volvió a subir, pero esta vez, fue a buscar un pijama que le quedara corto, y que no fuera tan de mujer. Consiguió hallar uno, prácticamente a la medida de Eco. Ella rezó porque el pequeño no lo tirase por la ventana.

- ¡Lore, creo que ya estoy listo! - dijo Eco desde el baño.

Lore entró al baño con pijama en mano. Para su sorpresa, Eco estaba limpio dentro de la tina de baño. Los ojos de Lore brillaron con alegría.

- ¡Muy bien, pequeño Eco! - dijo Lore alegremente.
- Eso sí... No sé lavar mi pelo... - dijo Eco, agachando la cabeza.
- Pequeño... No te preocupes, si quieres puedo yo lavar tu pelo - dijo Lore con ternura.
- P-por favor... - dijo Eco, quien se sumergió entre la espuma, dejando su cabeza visible.

Lore dejó el pijama a un lado, se acercó a Eco y comenzó a lavar suavemente su pelo. Mientras lo hacía, tarareaba una suave melodía.

- Eres muy buena con esto, Lore...
- ¿De qué, de lavarle el pelo a otros? Pues... Crecí entre hermanos pequeños, acostumbrada a tener que bañarlos cada cierto tiempo. Ellos me esperaban, igual que tú ahora, sumergidos en un baño de espuma, y me decían "hermanita Lolo, mi pelo, por favor", ¡y una que no se resiste, les lavaba el pelo y lo dejaba limpiecito! - Lore se dio cuenta que ya había mucha espuma sobre el pelo de Eco. Entonces lo enjuagó con la ducha, suavemente- ¡Estamos listos aquí!

Lore recordó a lo que había venido. Entonces retrocedió y le mostró a Eco el pijama que había encontrado.

- ¡Ta-dá! ¡Hallé uno que ni idea por qué, pero que aún tengo! - dijo Lore, mostrando un pijama amarillo. Eco lo miró de reojo por unos minutos.
- ... Amarillo... - la cara de Eco era rara. Estaba extrañado.
- ... Pues... - Lore pensó por unos segundos- Tu ropa está secándose. A menos que tengas otra ropa que puedas usar, pues...
- ¡No no no no no! ¡Usaré el amarillo! - dijo Eco, algo desesperado.
- ¡Muy bien! Te secas bien y te lo pones, ¿bueno? - Lore estuvo a punto de salir, pero Eco la detuvo.
- ... Sécame tú... - dijo Eco, poniendo un pequeño puchero.
- ... De acuerdo, lo haré - Lore estaba enternecida a más no poder por dentro, pero por fuera estaba algo ruborizada.

Lore sacó a Eco de la ducha, arropándolo en una toalla, y lo comenzó a secar. Lo dejó con una toalla en el cuerpo para secarle el pelo con otra toalla. Ya cuando lo secó por completo, con la ayuda del pequeño, entre ambos consiguieron que Eco se pusiera la parte inferior del pijama sin exponer mucho. Entonces Lore le quitó la toalla y le puso la parte de arriba. Luego lo acercó a un espejo.

- Sabes, Eco, se te ve muy bonito ese pijama, aunque la vieja dueña haya sido yo...
- ... Tienes razón... Si hasta parece de a momento que no es de niña - dijo Eco, con un poco más de ánimo.
- ¿Esto queda entre nosotros? - Lore se acercó dramáticamente a Eco.
- Entre nosotros, sipi - Eco respondió en el mismo tono que Lore.

Luego de eso, ambos rieron. Tras un poco de risa, Eco dio un bostezo enorme. Lore entonces supo que era hora de que el pequeño se fuera a dormir. Llevó a Eco abajo, a su dormitorio, lo arropó a un lado de la cama, y lo dejó dormir. Luego subió a darse un baño. Mientras se bañaba, pensó en cómo poder ayudar al pequeño Eco a recobrar su memoria. Sin conseguir mucho, terminó de bañarse, se secó, se puso su pijama y se incorporó al sueño con Eco. Antes de caer dormida, Lore escuchó un poco del murmurar de Eco entre su sueño.

- ... Gracioso... Hermanita Lolo... - dijo Eco, algo sonámbulo.

Lore sonrió y lo abrazó. Y entonces se le prendió el foco.

- Ya tengo una idea... - dijo Lore, quien acto seguido, cayó profundamente dormida.

Fin del capítulo 2.

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